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malkotxu

¡3 años!

¡Madre mía!

 Han pasado casi tres años desde la última vez que me senté a contar mis aventuras y desventuras, a dejar plasmada alguna anécdota o, simplemente, a quejarme un poco de mi lastimera vida.

En estos tres últimos años han pasado tantísimas cosas que casi me mareo al echar la vista atrás. Me enamoré y me desenamoré, me cogieron y me dejaron, conseguí trabajos y los perdí, recordé y olvidé, conocí y descubrí, me subí a un escenario a cantar, me volvieron a operar... y acabé casándome con una persona maravillosa en una boda casi casi de ensueño.

Ahora tengo una vida más o menos tranquila y estable. Trabajo, salgo poco, comparto sueños y aficiones con mi marido y paso los raticos que tengo en una calma segura y feliz.

Creo que es el momento de retomar este blog y seguir escribiendo lo que sea que pase por mi mente.

Besos a todo el mundo, volveré, esta vez sí.

Domingo

Siempre he odiado los domingos. Eran la antesala del horror, el día antes a la vuelta a clase o, en el peor de los casos, al trabajo que hacía de tu vida un asco. Sin embargo, he llegado a echar de menos esos domingos de no hacer nada y saber que estaba perdiendo el tiempo.

Odio trabajar como una ********* (insértese aquí el calificativo que más conveniente resulte) todo el fin de semana y tener exámenes el lunes. O el martes, que el lunes estoy tan agotada que no estoy, directamente, mi cuerpo vacio se mantiene despierto, pero no hay nadie en casa.

Reconozco que, generalmente, me lo paso bastante bien en el trabajo. Como buen bar, los domingos se compra el partido de Osasuna y sufrimos todos juntos, los parroquianos y yo, la directora de orquesta. Entre cafés y vinos, los hay quienes se comen el farias, los que se tragan el limón de la cocacola, y la que sufre un paro cardíaco cada vez que mis rojillos tienen que tirar un penalty (sí, yo). Acaba el partido, se va la marabunta y viene otra a cenar. Hoy, partido y cenas a la vez, que Dios me coja confesada, y que Osasuna gane, que si no me da algo.

Saldré sobre las 00.30 del curro, exactamente 9 horas y media después de haber entrado. Llegaré a casa y me pondré a estudiar francés. Me levantaré a las 5.30 y me iré a Pamplona en el bus de las 6.30, que a las 8.20 tengo examen de francés.

Este es mi domingo. No sé qué me deparará el lunes.

Deseadme suerte, por Dios...

Pamplona en blanco

Pamplona en blanco

Hoy la ciudad está en blanco. Hace un rato parecía que había pasado la tormenta, pero ha vuelto a oscurecer y de nuevo todo en blanco.

 

Nieva copiosamente sobre Pamplona, como hacía tiempo que no veía nevar. El quitanieves pasa una y otra vez, no en vano llevamos esperando esta gran nevada desde noviembre, así que no hay problemas para circular. En la calle, dos valientes niños se entretienen en bajar una cuestita con un trineo. Y yo vuelvo a hacer lo mismo que hacía de cría, sentarme junto a la ventana y mirar al cielo, mirar  cómo cae la nieve hasta que me mareo y tengo que cerrar los ojos. A mis 26 años, la nieve hace que rejuvenezca por lo menos 20.

 

Adoro ver nevar, es algo increíblemente bello para mí (ya sé que soy una moñas, pero es mi problema), me relaja y, por el motivo que sea, me hace sentir bien. Hoy sin embargo ya me preocupa más, que tengo que coger el bus para irme a currar... Y tengo que llegar a currar, porque "Si no work, no money".

En fin, que hoy Pamplona esté en blanco, y espero que en mi pueblo también estén todos en blanco, porque lo que es yo, ya estoy vaciando mi mente a toda velocidad. Mirentxu también quiere estar en blanco.

Vuelvo a volver...

Vuelvo a volver...

Exacto. Vuelvo a volver, una vez más, como tantas otras... Esta vez también vuelvo con el propósito de quedarme durante más tiempo. Sé que no son muchos los que solían leerme, pero quizá a algun@ le alegre verme de vuelta. Seguiré contando cómo va esta vida en blanco y negro en la que, afortunadamente, de cuando en vez cae algún chorretón de color.

Para la gente que me seguía por aquí y con la que no tenía contacto alguno, os pongo al día de lo qué han sido mis últimos meses de vida. No han pasado cosas importantes, la verdad, se me han frustrado algunos planes, como siempre, y ahora me vuelvo a encontrar en esa maldita encrucijada tan familiar, sin saber si seguir hacia un lado u otro, aunque reconozco que más de una vez me he planteado volverme para atrás.

Mis planes de irme a Londres iban perfectos hasta que el azar, el destino, o vaya usted a saber qué, les dio la vuelta y me los tiró por el suelo. Conclusión: en marzo termino el curso, me queda un mes de estrés y su correspondiente estrés postraumático; después, me quedan tres meses de prácticas en empresa por delante, que finalmente haré en Pamplona. Y después... Espero recaer en una empresa en la que no haya EREs ni historias, que la crisis les haya afectado de manera positiva y puedan darme un trabajo estable y de lo mío. O sea, que espero que me toque la lotería. Crucen los dedos y aprieten el culo, señores, que la menda necesita trabajar y hacer vida de adulta, salir del instituto, dejarse de apuntes, clases donde la gente no tiene más motivación que pasar el rato hasta que puedan salir a pasear en el coche que papá les ha comprado... En fin, salir de todo esto.

Por el resto, pocas novedades... Sigo compartiendo piso y sigo buscando compañeros nuevos cada dos por tres, que parece que todo el mundo viene de paso. Eso sí, M. y yo tenemos pensado largarnos las dos. Un apartamento chiquito, acogedor y BARATO en el Casco Viejo de Pamplona sería genial. Se admiten sugerencias y ofertas. Aunque el paro no ayude mucho, espero salir de esta.

La misma gente, los mismos sitios (aunque cierran nuestro local favorito por obras, y no sé qué va a ser de nosotras), los mismos horarios, el mismo salir corriendo cada sábado al mediodía para coger el bus e irme al pueblo a trabajar de ilegal durante doce horas el sábado y otras doce el domingo. Sí, ilegal. Pero, amigos míos, si una hace las cosas por lo "legal", no vive, y hay alquileres y facturas que pagar. Lo de comer y eso parece ser secundario en estos tiempos que corren.

Sé que hay gente que está peor que yo, y gente que está mejor. Yo me quejo, porque no estoy agusto y porque me da la gana. Supongo que un compañero de fatigas ayudaría, pero ese tampoco aparece por ningún lado... Sin embargo, ayer dos personas, masculinas las dos, me dijeron que estoy muy guapa, y mira, esa frivolidad me alegró un poquito la existencia. Chorretón de color en mi vida en blanco y negro.

 

Mientras tanto, quién sabe, a lo mejor hoy vamos a tener un buen día...

 

Un relato... TRES BALAS

Un relato... TRES BALAS

http://www.goear.com/listen.php?v=d7d7c94

Pincha con el botón derecho del ratón sobre el link, elige abrir en una ventana diferente, y lee el relato mientras escuchas la canción. Espero que lo disfrutes.

 

Me miraba, desafiante, con las manos en los bolsillos. El desprecio se veía reflejado en sus ojos, como tantas otras veces. No había dinero, la mierda nos comía por momentos, y ninguno de los dos aguantaba más la situación. Había que luchar hasta la muerte para salir de aquel agujero. Salir o morir.

-¡Vete a la mierda! –casi escupí en su cara.

-No tienes huevos –insistió él. –Nunca los has tenido.

-Tú conduces –sentencié. –Yo me encargaré del resto.

-Como quieras –concedió tras pensárselo durante un par de largos minutos.

Nos subimos al coche y nos dirigimos hacia nuestro objetivo. Ni siquiera me molesté en abrocharme el cinturón de seguridad. Había perdido cualquier atisbo de respeto o cuidado hacia mi persona, lo que era impensable hacía un par de años.

Conducía como un loco. Siempre lo había hecho. Cuando empezamos a salir, me aterraba ir en coche con él, se saltaba los semáforos y serpenteaba entre los coches casi sin pestañear, mientras mi pánico crecía conforme el indicador de velocidad iba subiendo. Cuando nos casamos, la cosa no mejoró.

Ahora era diferente, disfrutaba más volando con el coche que con las luchas que teníamos antaño en la cama. La velocidad, el peligro, las miradas de pánico de la gente que se cruzaba con nuestro coche, todo aquello disparaba la adrenalina en mi sangre y me hacía sentir viva, quemando todo el odio que había acumulado en mis venas durante aquellos años.

Los insultos se convirtieron en palizas, pero ciega, dejé que él me arrastrara al inframundo en el que había caído. Drogas, robos, armas, y el dolor de dos vidas rotas. "Lo que no te mata, te hace más fuerte", decía la gente y, lejos de matarme, todo aquello me había convertido en algo sorprendentemente fuerte.

-Es la última vez que te hago el trabajo sucio –le dije en cuanto aparcó frente al banco. –Después me largaré.

-Si te largas te mato –dijo con una extraña sonrisa. –Te necesito, no dejaré que nadie se aproveche de tus habilidades. Alguien tiene que traer droga a casa.

-¡Cállate! –dejó de reír y me miró con odio.

-Vamos, pequeña –se acercó a mí y me besó, como hacía antes, cuando aún me dejaba engañar. –Sabes que te quiero.

-Ya –contesté. Saqué la pistola de la guantera y, sin siquiera mirarle, la metí rápidamente en el bolso mientras salía del coche.

Ni siquiera me molesté en cubrir mi cara, como hacía antes. Quería que todo el mundo viera mi rostro, y que las cámaras de seguridad grabasen el brillo de la locura y el mono en mis ojos. Ah, el mono. Hacía un par de semanas que había dejado de drogarme, desde el día en que abrí los ojos y la realidad de mi propio odio me dio las fuerzas para aguantar la abstinencia.

Todo fue muy rápido. Intercambié un par de frases con el pobre muchacho que había tenido la mala suerte de estar en el banco en el momento en que yo iba a robarlo. Disparé unas cuantas veces y volví a llenar el cargador, llené las bolsas a toda velocidad y salí de allí antes de que nadie fuera capaz de avisar a la policía.

-Arranca –dije en cuanto me subí al coche, tirando las dos enormes bolsas al asiento trasero.

-Me has dejado impresionado –dijo mirándome con los ojos muy abiertos, aunque no pude adivinar si era producto de las drogas o de la admiración. –Has roto el ranking.

-¡Que arranques! –grité apuntándole con la pistola.

-Estás loca –soltó una risotada y salimos de allí dejando una marca de neumáticos en el asfalto, y un chirrido flotando en el aire.

Condujo durante unos cuántos kilómetros, hasta nuestra pequeña guarida, en medio de un bosque que, a su vez, estaba en medio de la nada. Bajamos del coche y yo saqué las bolsas.

-Veamos qué me ha traído mi princesa –sonrió, mientras empezaba a abrir una cremallera.

-Seguro que te gusta mi regalo –sonreí con ganas, intentando no reírme aún.

-¿Qué coño es esto? –me miró con incredulidad, parecía que los ojos iban a salírsele de las cuencas.

-Tu puto regalo –espeté con una mano en la pistola. Estaba loco y convenía andarse con cuidado.

-¡Maldita sea, esto es papel! –abrió la bolsa que quedaba, y sacó un montón de papeles doblados y atados como si fuesen fajos de billetes. -¿De qué coño vas?

-Oh, me habré confundido de bolsas –puse los ojos en blanco, haciéndome la despistada.

-Te vas a enterar, ¡maldita zorra de mierda! –se levantó y, cegado por la rabia, se abalanzó sobre mí. Por suerte, pude apartarme a tiempo, y no pude evitar reírme a carcajadas cuando lo vi caer al suelo.

-Eres un mierdas –seguí riéndome. –Ni siquiera te tienes en pie.

-Te voy a matar –dijo entre dientes mientras intentaba levantarse del suelo fangoso.

-Qué va, cariño –le miré con atención. –Hace muchos años que me mataste. Con las putas drogas, las palizas, las mentiras, el odio, con todo eso. Ya estoy muerta, cielo.

-Estás loca, hija de puta –me vio sujetando la pistola, y un reflejo de miedo pareció cruzar sus ojos sin vida. –No tienes huevos.

-Vaya, es la segunda vez que oigo eso hoy –sacudí la cabeza. –Has sido muy malo, y tendrás tu castigo.

-¿Te crees que no irán a por ti cuando vean los cadáveres en el banco? –amenazó.

-No hay cadáveres, mi amor –me reí de nuevo. -¿O te crees que fui yo sola quien metió los papeles en las bolsas? Soy buena, cariño –me acerqué y le acaricié el mentón con el cañón de mi pistola, -pero no tanto.

-Zorra –fue lo único que acertó a decir. –No tienes huevos para meterme una puta bala.

-Te meteré tres putas balas –dije imitando su voz. –Está todo atado. Mi avión sale dentro de dos horas, me voy lejos, a empezar de nuevo, donde no estés tú. Aunque, ahora que lo pienso, tú no estarás en ningún sitio –volví a reír.

-Estás loca. Te buscarán.

-Puede que esté loca. Pero, ¿de verdad crees que alguien se va a preocupar porque aparezca muerto un drogata de mierda? –me reí histéricamente. –Se acabó esta mierda. Se acabó.

Consiguió levantarse y se abalanzó contra mí. El sol, que ya caía, provocó que la hoja del puñal que sujetaba lanzara un destello, previniéndome de lo que intentaba hacer. Sin vacilar, con la vista fija en sus ojos, disparé.

Un disparo. Dos disparos. Tres disparos.

Metí tres balas en aquel cuerpo que llevaba años muriéndose, y guardé la pistola en mi bolso. La tiraría al río al salir de la ciudad, ya no iba a necesitarla más.

Rodeé el cuerpo de mi marido y me subí al coche. En el maletero, estaban las bolsas de dinero que sí había robado, mientras el pobre chaval del banco me preparaba los papeles, la noche anterior. A estas alturas ya se habrían dado cuenta. Arranqué y salí tranquilamente a la carretera, mientras pensaba que, al menos, esta vez no había muerto nadie inocente.

Y he vuelto

Cierto, he vuelto, aquí estoy.

Han pasado muchas cosas desde mi marcha. Me quedé sin trabajo, volví a estudiar, y un montón de nuevos proyectos me han absorbido casi por completo durante estos 7 meses de ausencia.

Sigo siendo la misma, con unos kilos menos, un tatuaje y  un año más, que cumplí este mismo mes. 26 años. Ufff...En verano trabajaba todos los días, en tres cosas diferentes, ahora mi vida se centra en estudiar de lunes a viernes y desriñonarme trabajando en un bar sábados y domingos. Las ojeras son algo perenne en mi cara. Pero estoy satisfecha con lo que hago. Creo.

Últimamente, me ha dado por escribir otra vez. Ya os iré poniendo aquí retales de mi nuevo proyecto: relatos escritos a partir de una canción, la música no deja de inspirarme.

En fin, que sigo viva, quería que, si hay alguien a quien le importe, lo supiera.

 

Volveré. Lo prometo.

Campana y se acabó...

Porque a mí me da la gana.

Lo dejo. 

Que os vaya bonito a todos.

Quizá vuelva, quizá no.

¿A quién le importa? 

Lento pero seguro, el meme...

Coge el libro que tengas más cerca, ve a la página 18 y escribe la línea 4:
[...]just been talking to Bartlett. And he mentioned[...]Five ghost stories

¿Si estiras tu brazo derecho, que tocas?
¿Hacia dónde? Hacia la derecha, la pared; hacia delante, la pantalla del ordenador; hacia atrás, la silla.

¿Qué ha sido lo último que has visto por la televisión?
No me acuerdo... No veo mucho la tele.

Sin mirar, ¿qué hora es?
Las 19.30

Ahora mira, ¿qué hora es?
19.33

Quitando el ordenador, ¿qué escuchas?
Gente en clase de inglés, mi compañero cuchicheando al teléfono. El teléfono.

¿Cuánto tiempo estuviste fuera el día que estuviste más tiempo en la calle?
Pues no lo sé, no cronometro esas cosas. Supongo que Sanfermines, un par de días más o menos. Suponiendo que los bares cuenten como "calle".

¿Antes de estar escribiendo en el blog, ¿qué estabas haciendo?
Unos informes del curro.

¿Qué llevas puesto ahora mismo?
Unos vaqueros, una chaqueta-camisa-cosa-rara-gris-que-mola y zapatillas deportivas.

¿Soñaste ayer?
Siempre sueño. Pero ahora mismo no me acuerdo. Me acordaré, eso fijo.

¿Cuanto tiempo te estuviste riendo la última vez que te reíste?
No sé, hace tiempo que no me río tanto como para considerarlo "estarse riendo un rato". Carcajada por compromiso y basta.

¿Qué hay en las paredes de la habitación donde estás?
Pintura, un corcho, un par de cuadros, mucha mierda, dibujitos que hago yo cuando me aburro mucho.

¿Has visto alguna cosa extraña últimamente?
A mi jefe ofreciéndome curro en Bilbao.

¿Cuál es la última película que has visto?
¿El documental de Berri Txarrak cuenta?

Si fueses multimillonario de la noche al día… ¿qué comprarías?
Una vida nueva. No quiero nada material. Sólo viajar, sola, gracias.

Alguna cosa sobre ti:
No, ¿para qué?

Si pudieras hacer alguna cosa en el mundo, independientemente de la política, ¿qué harías?
Me gustaría hacer feliz a la gente.

¿Te gusta bailar?
Sólo cuando me apetece.

¿Qué piensas de George Bush?
Que prueba que el hombre viene del mono; algunos todavía están tratando de evolucionar.

Imagina que, por reacción espontánea, tienes una niña, ¿qué nombre le pondrías?
Nahia.

magina que, en vez de tener a una niña, tienes un niño, ¿qué nombre le pondrías?
Iker.

¿Te gustaría vivir en el extranjero?
Me encantaría vivir en Londres, o en Estados Unidos. Lo de Londres lo haré en un año.

¿Qué te gustaría que te dijese Dios cuando llegues al cielo?
Que en el fondo no lo hice tan mal, y que hay gente que me echa de menos.

Indica el nombre de las 5 personas para hacer este meme:
Paso.